Los test IRTA fueron el punto y final de la pretemporada y depararon algunas sorpresas. HRC trajo nuevas piezas y sus pilotos apenas tuvieron tiempo para probarlas con lo que sus tiempos se resintieron. Gibernau fue uno de los más damnificados por esta falta de planificación de Honda. Rossi dio un golpe de autoridad marcando el mejor tiempo y consiguiendo el BMW. A pocas semanas para el inicio del mundial Honda recibía su primer aviso, tenían motivos para preocuparse. Valentino había conseguido su objetivo: tener una moto manejable, fácil de meter en curva, eficaz en las frenadas y ágil en los cambios de dirección. Una moto que le permitía recuperar en las curvas el terreno perdido en las rectas. Pese a esto, Rossi no las tenía todas consigo. Temía encontrarse dentro de un pelotón de Hondas y no pudiese encontrar puntos de adelantamientos por la superioridad del motor de la RCV.
El Gran Premio de Sudáfrica comenzó con la primera pole position de Valentino a lomos de la M1. Comandó la carrera desde la primera vuelta intentando marcar un ritmo fuerte para que el resto de pilotos se quedaran descolgados. Sete no pudo seguir el ritmo de su rival y se quedó en tierra de nadie con el tercer puesto asegurado. Rossi consiguió la victoria tras realizar un ataque en las dos últimas vueltas, tras mostrar una concentración extraordinaria a lo largo de la prueba. Rodó al límite durante muchas vueltas y sin cometer errores. La lluvia hizo acto de presencia en Jerez para complicarle la vida al piloto italiano. Gibernau dominó la carrera y se puso líder del mundial gracias al cuarto puesto de Rossi. La situación se repitió en Le Mans pero esta vez con la pista seca. En un trazado que tradicionalmente había sido propicio para Yamaha, Valentino se volvía a quedar fuera del pódium mientras su rival se mostraba sólido y daba un nuevo golpe de autoridad. El Doctor se encontraba en apuros tras dos carreras en las que las RCV habían demostrado su superioridad. Y lo peor estaba por venir ya que el campeonato se dirigía a unos circuitos favorables para Honda (Mugello, Montmeló y Assen). Las dudas se acumulaban en torno a Rossi, pero el test post-Le Mans le permitió detectar el origen de sus problemas y solucionarlos. Su rendimiento se había visto afectado por la falta de desarrollo de la horquilla Ohlins, pero los técnicos escucharon sus indicaciones y solucionaron los problemas antes de entrar en una fase decisiva del campeonato.
Para Valentino ganar en Mugello era un reto y una necesidad al mismo tiempo. Durante la carrera no tenía problemas para superar a sus rivales ya que controlaba varios puntos de adelantamiento. Sin embargo, en la recta perdía posiciones sin poder hacer nada para evitarlo. Sete estaba en un gran momento de forma y tenía un ritmo ligeramente superior al de Rossi por lo que se enfadó cuando la carrera se detuvo por la lluvia. En la reanudación el piloto italiano se rehízo de una mala salida y atacó sin concesiones hasta hacerse con la victoria. En Montmeló Valentino repitió victoria tras sacar a la luz su plan anti-Honda que aplicaría en numerosas ocasiones para batir a Gibernau. Este consistía en aguantar a rueda de Sete durante gran parte de la carrera estudiándole y dejándole hacer. Habitualmente Gibernau tenía un gran ritmo y trataba de abrir hueco sin éxito. En la penúltima vuelta Rossi superaba a su rival y rodaba al máximo aprovechando que, con el desgaste del neumático trasero, Gibernau no era capaz de recuperarle metros a la salida de las curvas porque no conseguía traccionar con efectividad. El Doctor combinaba las virtudes de la M1 con una buena estrategia para decantar la balanza a su favor. La clasificación volvía a apretarse y el circuito de Assen podría representar la vuelta de Rossi al liderato. Sete se mostró muy fuerte durante todo el fin de semana y ocupó la primera posición durante toda la carrera imprimiendo un ritmo muy alto. Aunque Rossi tuvo problemas para encontrar un punto de adelantamiento, logró superarle en la última vuelta y conseguió la tercera victoria consecutiva. En el momento más delicado de la temporada, Valentino sumaba tres triunfos seguidos y recuperaba el liderato dejando a Honda en una situación delicada.
Los siguientes Grandes Premios serían decisivos en la aspiraciones de Gibernau. En Brasil parecía el favorito para hacerse con la victoria ya que Rossi tuvo muchos problemas en los entrenamientos y no logró una buena puesta a punto. Pero Sete no fue capaz de convertir su espectacular ritmo de carrera en un triunfo al irse por los suelos cuando recuperaba posiciones. Por fortuna para el piloto español, Valentino no se mostró conservador y lo pagó con una caída. En Sachsenring Gibernau volvió a caerse, pero esta vez su rival aseguró los puntos y, con un cuarto puesto, se fue de vacaciones con una ligera ventaja en el campeonato. Sete debía reflexionar durante la pausa veraniega y cambiar de estrategia si quería seguir peleando por el título.
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