"The Seventies", a la boloñesa


Un día 20 de marzo de hace cuarenta años, “Doctor T” terminaba el boceto de una de las motos esenciales en la historia de la motocicleta italiana, la Ducati GT-750. Se montaba por primera vez en la marca boloñesa un bicilíndrico en forma de “L”, es decir a 90º, configuración de motor que ha marcado la historia de las motos rojas hasta nuestros días. Acababa de nacer el “Pompone”. Gracias a este motor y la posterior inclusión de la distribución desmodrómica, Fabio Taglioni (Dr. T) es hoy en día idolatrado por ducatistas de todo el mundo y no es para menos.


La moto de la que nos ocupamos, es un tributo a la GT-750 por parte del equipo de diseño de Ducati, dirigido por Pierre Terblanche. Como aquella, toma en su nombre las iniciales GT, Great Tourist, y sin duda, aunque no pueda competir en comodidad y capacidad de transporte con las grandes “Comemillas” del mercado, es una moto realmente cómoda que no hace ascos a las largas distancias. Aún así, su auténtica vocación es la de moto polivalente. Cuando en 1971 llegaban al mercado las primeras unidades de la GT-750, para muchos se convertía en la madre de las “naked” actuales o “nuda”, que sería más propio, y esto no significa otra cosa que una deportiva desprovista de carenados, y esa es la misma carga genética que lleva la GT-1000.


Para empezar, su motor de 992cc entrega unos buenos 92cv a 8000 vueltas, suficiente potencia para abordar cualquier carretera de montaña con garantías de no ser el último del pelotón; su chasis, al igual que las superdeportivas de la marca, es un entramado de tubos de acero que le dan ese feeling tan especial que solo tienen las Ducati; el tren delantero lo componen unas barras invertidas de 43mm de la marca Marzocchi, agarradas por una tija en aluminio pulido finamente modelada; detrás, para mantener el aire retro, se montan un par de amortiguadores, uno a cada lado, con ciertas posibilidades de regulación, que nos permitirán adaptarlos al uso que vayamos a hacer de la moto en cada ocasión; el asiento, cómodo y grande, parece pedirnos cada vez que ponemos nuestras posaderas sobre él que saquemos a relucir el porqué del nombre de la moto; su depósito de gasolina de 15 litros con la reserva incluida, es una auténtica filigrana de diseño, con dos profundas hendiduras a cada lado para colocar nuestras rodillas y un tapón cromado de bella factura, con él podremos hacer más de 200km sin preocuparnos en exceso; los frenos son de lo mejor, pinzas de la marca Brembo y dos discos delanteros de 320mm y uno trasero de 245; sus ruedas, con llantas de radios cromados, tienen medidas de lo más deportivas, 180/55 y 120/70, detrás y delante respectivamente; por último hay que destacar los guardabarros y las tapas laterales, que recuerdan a las montadas en el modelo original y realzan ese aspecto “seventies”.


La Ducati Sportclassic GT1000, es una buena opción dentro del mercado de motos retro, su punto fuerte es su motor y el tacto de su parte ciclo. El tiempo que estuvimos con ella, se mostró como una moto más polivalente de lo que a primera vista podía parecer, sus 185 Kg, sus 810mm de altura en el asiento, su ancho manillar y su embrague en aceite nos permitieron movernos como peces en el agua por el tráfico de Madrid y como ya hemos comentado, durante el fin de semana fue una auténtica gozada salir a tirar unas curvas por los nevados paisajes de las carreteras de la sierra de Guadarrama. Además dentro del catálogo de accesorios de la marca, podemos encontrar un kit completo para convertirla en una auténtica rutera. ¡¡Larga vida al “Pompone”!!

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