A pesar que durante los últimos años Triumph ha presentado una completísima gama de excelentes deportivas, sport turismo y street fighter con la última tecnología y excelente rendimiento, hay que reconocer que siempre será uno de los máximos exponentes del movimiento retro en la industria actual de la moto. Ten en cuenta que la marca inglesa fue una fábrica reconocida por sus excelentes modelos y logros deportivos, y por su dominio del mercado hasta los años 60 en que, por la arrasadora entrada de la industria japonesa, todas las fábricas europeas de motos empezaron a tambalearse. Triumph, como casi todas las demás en aquellos tiempos y aunque era una de las reinas del motociclismo mundial, desapareció… pero el destino fue benevolente con los aficionados. A principio de los 90, los derechos fueron adquiridos por el multimillonario J. Bloor que, aprovechando las instalaciones originales, reflotó la marca y la ha llevado con un éxito indiscutible hasta el día de hoy.
Sabedores de que su imagen se ha basado fundamentalmente en su leyenda, la línea retro es la más querida por los chicos de Triumph. Buena muestra de ello es esta última Bonneville T100 que mantiene exactamente ese estilo clásico que encandila cualquier amante de las motos, aunque incorpora mucha más tecnología de la que parece. La estirpe hay que mantenerla, pero no olvidemos que los tiempos y los motoristas de hoy día obligan a un funcionamiento eficaz y a mecánicas refinadas y fiables.
Con esta T100, Triumph lo logra plenamente.
La fábrica de Hinckley es la única heredera viva de la noble y legendaria estirpe de motos inglesas que admiraron al mundo por su tecnología y estabilidad. La T100 es clavadita a las Bonny de hace unos 50 años porque es precisamente ese mercado el que busca: el de los amantes de las motos antiguas. No obstante, para algunos van demasiado lejos en algún detalle puntual rememorando aquellos modelos. Por ejemplo, el tapón del depósito no tiene cerradura. Simplemente va fijado a rosca, por lo que se hace demasiado, digamos, sensible a los amigos de lo ajeno si la pierdes de vista cuando, sin ir más lejos, vayas con ella al cine.
No obstante, por el resto sí que podemos considerarla una tecnológicamente moto mucho más moderna lo que parece. Por ejemplo, este motor de 865 cm³ (que ha ido creciendo desde los 790 de generaciones anteriores) y una estructura típicamente inglesa-un bicilíndrico twin paralelo refrigerado por aire- tiene un robusto y sobredimensionado (como era en la época) cuerpo de carburadores que... no carburan. Como imaginarás, en los tiempos que corren, un propulsor de estas características no pasaría las emisiones de casi ningún país civilizado usando unos “carbus” tradicionales, por lo que ya incorpora una evolucionada inyección electrónica hemos podido probar desde hace unos años en sus hermanas de familia con el mismo motor, pero con los inyectores camuflados dentro del cuerpo de carburadores. Hasta cuenta con tirador de starter como los modelos más clásicos casi sin electrónica, detalle que te despista. Al principio te extrañas de que le cueste trabajo arrancar por las mañanas, hasta que te das cuenta de que no has tirado de la pequeña palanquita que era habitual en todas las motos hasta hace pocos años.
En cuanto al chasis, también nos encontramos con otra estructura auténticamente característica de las deportivas de la época. Es un espina central superior de acero (en aquellos tiempos no había aluminio, ni magnesio, ni titanio ni zarandajas de esas) en el que se apoya el depósito y cuelga el motor. Así podemos ver los orgullosos cilindros y su aleteado para mejorar la refrigeración, en todo su esplendor sin vigas ni tubos que los tapen.
Las llantas son de radios, con una horquilla tradicional de 41 mm de diámetro con barras protegidas por unos siempre efectivos fuelles, doble amortiguador trasero regulable solo en precarga… puro sabor retro . En cuanto al cuadro, equipa cuatro solitarios testigos y dos grandes relojes- tacómetro y velocímetro-, todo al viejo estilo. Intermitentes de brazo rígido y tulipa redonda o el acolchado de goma de las estriberas con el logotipo de la marca impreso en relieve. La única concesión visible a la modernidad son los frenos de disco.
Por otro lado, el asiento es estrecho, puesto que lo permite el chasis, está bien acolchado y, como el resto de la moto, con un aspecto absolutamente antiguo. Como el de la moto de tu abuelo. Precioso.
Las “Bonni” siempre se han caracterizado por una extraordinaria suavidad de motor y por el rendimiento que se les puede sacar a pesar de no declarar mucha potencia. En este caso estamos hablando de 68 CV que, sin ser una cantidad excesiva, si es respetable . No obstante, lo que llama la atención es la suavidad y progresividad casi eléctricas con que el suave ronroneo del “twin” es capaz de empujarlos hacia delante con un tacto dulce como pocos.
Empuja progresivamente y sin sustos, y también es capaz de llevarnos a una velocidad máxima sorprendente de cerca de 200 km/h, aunque lógicamente para esto necesita muchísimo lanzamiento y, además, la verdad es que esta velocidad en un modelo así está fuera de lugar. Temas legales y de Guardia Civil aparte, no disfrutas nada de la carretera y el viento lucha por arrancarte la cabeza. Por otro lado, rodando por encima de las 5000 revoluciones (con zona roja en 7000) las vibraciones son más que notables.
Llantas relativamente estrechas de 19 pulgadas delante y 18 detrás, le permite una estabilidad poco criticable a no ser que te metas en un uso al que no está pensada . Pero incluso si quiere rodar rápido con ella en zonas de curvas, no te defraudará gracias a la agilidad y el siempre controlable tacto de su motor.
Así, con una buena posición de pilotaje, estrecha, manejable, divertida, y, concretamente en esta T100, con mucho mejor tacto de frenos del que recordamos en anteriores modelos retro de la factoria de Hinckley , se convierte en un modelo muy divertido de llevar y que sorprende la cantidad de cabezas que hace girarse al pasar con ella. En un mundo plagado de tecnología, motos deportivas y diseños futuristas, todavía hay un rincón (bastante amplio, por cierto) para la nostalgia motorista bien entendida. Y en esto, los chicos de Triumph son los reyes.
Con esta T100, Triumph lo logra plenamente.
La fábrica de Hinckley es la única heredera viva de la noble y legendaria estirpe de motos inglesas que admiraron al mundo por su tecnología y estabilidad. La T100 es clavadita a las Bonny de hace unos 50 años porque es precisamente ese mercado el que busca: el de los amantes de las motos antiguas. No obstante, para algunos van demasiado lejos en algún detalle puntual rememorando aquellos modelos. Por ejemplo, el tapón del depósito no tiene cerradura. Simplemente va fijado a rosca, por lo que se hace demasiado, digamos, sensible a los amigos de lo ajeno si la pierdes de vista cuando, sin ir más lejos, vayas con ella al cine.
En cuanto al chasis, también nos encontramos con otra estructura auténticamente característica de las deportivas de la época. Es un espina central superior de acero (en aquellos tiempos no había aluminio, ni magnesio, ni titanio ni zarandajas de esas) en el que se apoya el depósito y cuelga el motor. Así podemos ver los orgullosos cilindros y su aleteado para mejorar la refrigeración, en todo su esplendor sin vigas ni tubos que los tapen.
Las llantas son de radios, con una horquilla tradicional de 41 mm de diámetro con barras protegidas por unos siempre efectivos fuelles, doble amortiguador trasero regulable solo en precarga… puro sabor retro . En cuanto al cuadro, equipa cuatro solitarios testigos y dos grandes relojes- tacómetro y velocímetro-, todo al viejo estilo. Intermitentes de brazo rígido y tulipa redonda o el acolchado de goma de las estriberas con el logotipo de la marca impreso en relieve. La única concesión visible a la modernidad son los frenos de disco.
Por otro lado, el asiento es estrecho, puesto que lo permite el chasis, está bien acolchado y, como el resto de la moto, con un aspecto absolutamente antiguo. Como el de la moto de tu abuelo. Precioso.
Las “Bonni” siempre se han caracterizado por una extraordinaria suavidad de motor y por el rendimiento que se les puede sacar a pesar de no declarar mucha potencia. En este caso estamos hablando de 68 CV que, sin ser una cantidad excesiva, si es respetable . No obstante, lo que llama la atención es la suavidad y progresividad casi eléctricas con que el suave ronroneo del “twin” es capaz de empujarlos hacia delante con un tacto dulce como pocos.
Llantas relativamente estrechas de 19 pulgadas delante y 18 detrás, le permite una estabilidad poco criticable a no ser que te metas en un uso al que no está pensada . Pero incluso si quiere rodar rápido con ella en zonas de curvas, no te defraudará gracias a la agilidad y el siempre controlable tacto de su motor.
Así, con una buena posición de pilotaje, estrecha, manejable, divertida, y, concretamente en esta T100, con mucho mejor tacto de frenos del que recordamos en anteriores modelos retro de la factoria de Hinckley , se convierte en un modelo muy divertido de llevar y que sorprende la cantidad de cabezas que hace girarse al pasar con ella. En un mundo plagado de tecnología, motos deportivas y diseños futuristas, todavía hay un rincón (bastante amplio, por cierto) para la nostalgia motorista bien entendida. Y en esto, los chicos de Triumph son los reyes.
| A favor: + Diseño. + Motor. + Suavidad. | |
| En contra: - Vibraciones a medio y alto régimen. - Protección aerodinámica. - Peso. | |
| David G. de Navarrete, Autocity 22 de octubre de 2009 |
Fuente
Moto City
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