Oscar Santana
Para dar por finalizada la prueba a la Honda CBF 150, nos dedicamos a realizar trayectos en ciudad exclusivamente, y unas cuantas salidas por carretera a municipios cercanos. Definitivamente, y como el aspecto principal para destacar es la suavidad con la que marcha el vehículo, el nivel de vibraciones en el motor es casi imperceptible, sumado a una entrega de potencia uniforme. Pese al duro trajín al que estuvo sometida la motocicleta con viajes de larga duración, con dos ocupantes, maletero y equipaje de la tripulación, presentó un desgaste apenas normal para el kilometraje señalado al principio.
El mantenimiento realizado fue el adecuado: cambio de aceite a los 2.000 kilómetros; revisión de la presión de las llantas, la cual se calibraba antes y durante los viajes dependiendo del peso con el que estuvo trabajando; lubricación y tensión de la cadena, donde a los 15.752 km fue necesario realizar el cambio del kit de arrastre, pues las piezas ya dejaban ver desgaste y necesidad de cambio.
En cuanto a frenos, el delantero siempre se comportó a la altura de las necesidades del piloto, compensando falencias en el freno trasero, pues su respuesta no fue la esperada, lo que no quiere decir que sea deficiente; sin embargo fue necesario aplicar más fuerza de la normal en el pedal para obtener un frenado que en otras motocicletas se logra con mayor facilidad.
Solo se hizo el cambio de las pastillas a los 11.250 km. En la rueda trasera las bandas no se alcanzaron a desgatar por completo. Las llantas tuvieron el comportamiento esperado, llegando a éste kilometraje con solamente dos pinchazos en la trasera, y no precisamente por desgaste, pues en ambas oportunidades fue gracias a sendas puntillas que se extrajeron del neumático.
Pasando a la conducción, siempre ofreció excelente maniobrabilidad y estabilidad en piso seco y mojado, lo que dependiendo de las condiciones de la vía y la precaución al conducir hace que el comportamiento sea el ideal. A esto se puede sumar la cómoda posición que adopta el conductor, lo que se traduce en menos fatiga o dolores en la espalda tras varios kilómetros al volante.
Otro de los elementos más destacados de la CBF, y que la hacen única en el segmento para el que fue diseñada es el monoamortiguador trasero, el cual ofrece gran confiabilidad a la hora de tomar curvas en carretera, acción que, conduciendo con mesura, se convierte en todo un placer.
En todo momento y hasta el fin de la prueba la caja de cambios se comportó de la misma forma que al principio: suave y sincronizada en todas las marchas, salvo un pequeño vacío que presenta entre 1ª y 2ª al hacer la transición en altas revoluciones. Ahora que tocamos el tema de revoluciones y velocidad, alcanzó los 110 kilómetros por hora a 8.000 revoluciones por minuto. En cuanto al consumo de combustible rodó un promedio de 130 kilómetros por galón, buena cifra para una motocicleta de 150 C.C.
Nos despedimos de la CBF con la sensación de haber tenido una de las mejores sport que se puede encontrar en el mercado, ahora en dos versiones: Sport y Premium, donde lo único que las hace diferente son los acabados, puesto que la esencia es la misma.
En resumidas cuentas, y tras recorrer 17.000 kilómetros, es viable afirmar que es una motocicleta para aventurarse a viajar hasta el lugar y terreno que se imagine, con la seguridad de no quedarse con ganas de recorrer más.
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